sábado, 26 de julio de 2008

Colombia es el objetivo del armamentismo


Opinión Luís Alberto VILLAMARÍN
EL Tiempo de Colombia

Colombia es el objetivo del armamentismo chavista.. El ruidoso anuncio de la intención del gobierno venezolano de adquirir armamento de gran calibre, para dotar las Fuerzas Armadas con misiles, submarinos, artillería de defensa antiaérea, bombarderos y helicópteros de combate, es un problema que además de traspasar los límites de la seguridad hemisférica y poner en riesgo la estabilidad entre las potencias mundiales, confluye en demostrar que para el comunismo latinoamericano orientado desde Cuba, Colombia sigue siendo la perla de la estrategia conjunta, para multiplicar el estilo dictatorial cubano sobre todo el continente. Con el cinismo propio de su estirpe, Chávez anunció la compra de material bélico y fue mas allá. Invitó a los rusos a que de manera formal instalen una base militar en territorio venezolano, es decir para legalizar la nutrida presencia de asesores rusos clandestinos, que desde hace varios años entrenan a las Fuerzas Militares venezolanas, en temas de estrategia y táctica militar acorde con los cánones de la doctrina castrense de la antigua Unión Soviética. De paso, Chávez hizo esa osada invitación para desafiar a los Estados Unidos y ganar populismo internacional, como el heredero de Fidel, que se atreve a "cantar la tabla a los gringos" en cualquier parte del planeta. Y en este caso, Colombia es un objetivo que le renta dividendos. Pero diferente a los alcances geoestratégicos de la osada decisión de proponer a un miembro de la Otán que le venda armas sin el visto bueno de los demás miembros de la poderosa alianza, no cabe la menor duda que el armamentismo chavista, proyecta el alistamiento de una agresión militar contra Colombia, primero por la atávica costumbre de los dirigentes venezolanos de turno de hablar mal de Colombia para ganar réditos internos y segundo, en este caso específico, para continuar el desarrollo metódico del Plan Estratégico que incluye colocar a las Farc en el poder, para negociar entre gobiernos terroristas, una hipotética nueva dinámica del latinoamericanismo, inmerso en la figura del llamado socialismo del siglo XXI. El guión de la estrategia fue escrito en La Habana y se desarrolla en forma simultánea desde Nicaragua, Ecuador, Bolivia, Venezuela y República Dominicana con el concurso del terrorista Narciso Isa Conde. Todos los complotados, incluidos Piedad Córdoba, y los "facilitadores de la paz" que en realidad son miembros del movimiento bolivariano de las Farc, también cumplen su parte en este programa subversivo. No es gratuito ni casual, que la reunión trinacional de Ortega, Chávez y Correa, hubiera sido programada, en el preciso momento en que entre delincuentes de la misma laya, las Farc y Ortega estuvieran inmersos en coqueteos mutuos y coincidencias anticolombianas.

Tampoco resulta extraño que dentro de esa estrategia, Correa y sus secuaces tengan el cinismo de calificar como un asesinato la muerte de los terroristas que acompañaban a Reyes en la guarida consentida por el gobierno ecuatoriano, y lo que es peor, que el parlanchín fiscal general ecuatoriano en lugar de ceñirse a la hermeneútica y en general a las buenas costumbres, se dedique a hacer politiquería con el caso, enmascarándolo detrás del nombre de la justicia. El cuento chino del locuaz fiscal ecuatoriano, tiene el sesgo político ordenado por Correa. Con el argumento que hubo un asesinato de personas dentro del territorio ecuatoriano, y que entre ellos murió, no un bandido de las Farc sino un ciudadano ecuatoriano, hace parte de la trama castrista para agredir a Colombia por medio de sus peones Chávez, Correa y Ortega.

Desde la óptica de la estrategia militar, el anuncio chavista de la eventual compra de armas a Rusia, no es parte de una política de defensa nacional, para disuadir potenciales agresores por que estos no existen. Es parte de una campaña de acondicionamiento bélico de futuros teatros de operaciones, en busca de un "florero de Llorente" para desatar una agresión armada contra Colombia. Venezuela limita con Brasil, Colombia y la Guyana. Además de la identidad política con Lula, no hay litigios pendientes ni problemas de fondo sin resolver con Brasil. En cambio con Colombia, el solo hecho de que la constitución chavista considere viable recuperar para Venezuela los límites de la antigua Capitanía General, sumada a la identidad ideológica y política de Chávez con las Farc, es evidente que la intención armamentista de Caracas, tiene como objetivo definido agredir a Colombia, y al mejor estilo comunista, justificar al acción como una respuesta a una agresión gringa por medio de Colombia.

Después del abrazo de Judas que Chávez dio a Uribe en Venezuela y del ilusorio compromiso del gobierno venezolano de coadyuvar a Colombia en la lucha contra el terrorismo, Correa hizo su parte del sainete. Y Ortega, cual traqueto pobre del clan complotado, sacó a relucir los pasos de animal grande que venían dando por debajo de la mesa, tras la muerte de Reyes, pero el rescate de los 15 secuestrados el 2 de julio, les dañó por enésima vez la estratagema. No es descabellado pensar que con una chalupa o una incipiente fuerza armada, Nicaragua desate un incidente armado internacional que obligue a la reacción militar de Colombia, para que Chávez pueda justificar el empleo de la fuerza contra nuestro país, en solidaridad con el "hermano nicaragüense" agredido por el imperio. Y al mismo tiempo, los tres mandatarios complotados darían estatus de beligerancia a las Farc, les otorgarían garantías diplomáticas en sus países y desatarían una tormenta bélica en la región, tan impredecible como peligrosa.

El palo no está para cucharas. Las relaciones diplomáticas actuales son frágiles. Los gobiernos están ubicados en dos orillas diferentes. Caracas obedece con ceguera crónica las directrices de la dictadura cubana y de paso se ha convertido en una plataforma de apoyo a los terroristas de todas las pelambres. Colombia es el principal aliado de los Estados Unidos en la lucha contra el terrorismo, y fuera de eso, la cuña geopolítica que impide el avance del comunismo hacia le Cono Sur.

Con la riqueza petrolera Chávez compró las conciencias de los mandatarios de Bolivia y Argentina. Con su grotesco discurso antiimperialista o el no disimulado envío de fondos subrepticios, cuenta con el respaldo de Uruguay, Paraguay y Chile. Y a estos se suman las Ongs que integran la Coordinadora Continental Bolivariana financiada con los petrodólares venezolanos, la coca de las Farc y el sustento ideológico de la dictadura cubana.

A la par con instrucción táctica, técnica y operacional, sustentada en la doctrina militar de la antigua Unión Soviética, por medio de Irán, el gobierno venezolano incrementó las compras abiertas y secretas de armamento a Rusia y Bielorrusia, así como la llegada de asesores militares rusos y cubanos a Venezuela. Inclusive por medio de estos asesores se iniciaron contactos para comprar misiles con destino a las Farc, como aparece registrado en los computadores de Reyes.

Irán ha transferido armas y tecnología soviética a Venezuela, traída en forma secreta a Caracas en los extraños vuelos diarios Teherán-Caracas. Esto quiere decir que si la Otán veta la compra de armas a Rusia, Chávez las seguirá adquiriendo por medio del mercado negro con Bielorrusia, o por la transferencia clandestina de Irán o de los mercaderes de armas, prueba de ello es que hay un australiano cercano a Rodríguez Chacín que les consigue armas para las Farc.

Entretanto los instructores rusos y cubanos seguirán entrenando a los cuadros de mando de las Fuerzas Armadas venezolanas en técnicas de guerra regular con baterías misileras, bombarderos de última generación, combate en el desierto con carros mecanizados y caballería blindada, maniobras de brigada y división de infantería, y desde luego, sabotaje al país atacado por medio de guerrillas móviles. Es hora que Colombia entera despierte y reaccione. El complot está vivo y activo. El odio contemporáneo de muchos países contra los Estados Unidos, influye en la doble moral de los gobiernos de Suiza y Francia frente al tema de las Farc, que a la larga consienten por tolerancia calculada, las irreverentes actitudes de Chávez y de paso legitiman su cercanía con los terroristas colombianos.

El armamentismo venezolano tiene nombre propio: Colombia.

Venezuela y los demás complotados están en guerra contra Colombia. No son meros disgustos o desacuerdos diplomáticos. La cuestión es de fondo y tiene que ver tanto con la supervivencia del Estado colombiano, como la soberanía e independencia nacionales frente a ideologías totalitarias foráneas. Chávez no está cañando. Está empeñado en tomarse a Colombia. Y si no se hace nada en los estrados internacionales, vamos a tener desagradables sorpresas. Que no se llegue a cumplir la máxima del general Douglas Mc Arthur: La historia del fracaso de las guerras, puede resumirse en dos palabras: Demasiado Tarde.

Coronel Luis Alberto Villamarín Pulido
Analista de asuntos estratégicos

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