viernes, 18 de julio de 2008

Argelia Ríos // ¿Qué será lo que quiere el general?

Baduel no puede responder: ¿Por qué ahora, general, por qué ahora?
Baduel está consternado: nadie parece dispuesto a atender su exhortación. La constituyente que propone no logra cautivar a la audiencia nacional. Tampoco sus advertencias acerca de "este barco que va camino a la colisión"... Se siente incomprendido, y sobretodo, superado por las circunstancias... Baduel nunca llegó a imaginar que su influencia se vería reducida tan rápidamente. Cuando aún era un oficial activo, con el pecho iluminado por los soles, pensó que su rango de "requeteoficial" prolongaría la autoridad de su palabra. Un año después del honroso retiro las perspectivas se le han invertido. La vida civil se le volvió una incomodidad: lo más difícil no fue colgar las guerreras y los capotes, sino presenciar la fría indiferencia con que hoy son recibidas sus mecánicas prédicas políticas.
A estas alturas, Baduel habrá tenido la oportunidad de entender que la gente ya no cree en las admoniciones de los militares sin mando. También ha debido darse cuenta del escaso eco que consiguen las fórmulas mágicas a las que alude en su presumida "solución". La realidad es terca y sarcástica: ahora que Baduel va, los ciudadanos vienen. Ellos lo han probado todo, mientras el general apenas se incorpora a la batalla: cada uno transita una fase diferente de la desesperación... El asunto es un drama personal: y no puede ser de otro modo, porque el general no está en condiciones de responder como quisiera a la pregunta que tanta gente le formula: ¿Por qué ahora, general, por qué ahora?
Aunque la respuesta está a la mano -porque Baduel se declaró siempre respetuoso de la Constitución (¿?)-, el general no halla cómo excusarse por haber tolerado que durante su mandato se impusiera el "patria, socialismo o muerte". Tampoco consigue la forma de justificar la omisión que cometió entonces y que tardíamente reconoce al señalar que "los grados militares no son nada para un régimen que controla todos los poderes". La afirmación, una verdad impepinable, lo coloca, sin embargo, ante otra de sus protuberantes contradicciones.
No es un secreto que Baduel bregó con manifiesta dedicación el grado de generalísimo que antes -y también como premio a sus favores- había obtenido su colega Lucas Rincón...
Seguramente lo peor de todo es tener que vivir con el fantasma de Arias Cárdenas a la espalda. Los saltos zigzagueantes de su ex compañero de juramento le representan un karma del que no encuentra cómo zafarse. Baduel -es evidente- hace todo cuanto está a su alcance para que le crean. Incluso ha llegado a suplicar la atención del país. Pero los venezolanos no olvidan el tiempo que esperaron por él, ni la esperanza infructuosa que se esmeraba en alimentar con sus humitos enigmáticos... Las percepciones colectivas son una cosa seria: por eso, y aunque son comprensibles las preocupaciones del trisoleado, más lo son las dudas de quienes siguen preguntándose ¿qué será lo que quiere el general?
Argelia.rios@gmail.com

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