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martes, 6 de julio de 2010

Incorporacion de Joaquin Marta Sosa ,USB a la Academia Venezolana de la lengua



El 12 de julio será la incorporación de Joaquín Marta Sosa a la Academia Venezolana de la Lengua

02-07-2010.- El lunes 12 de julio, será el acto de incorporación del profesor uesebista Joaquín Marta Sosa como Individuo de Número a la Academia Venezolana de la Lengua.

El acto se celebrará en el paraninfo del Palacio de las Academias a las 11 de la mañana de la Universidad Simón Bolívar


biografía


Joaquin Marta Sosa


Es venezolano, hijo de emigrantes y nacido en Nogueira, Portugal, en el año 1940. Su primer libro de poemas, Anunciación, aparece en 1964.


Desde entonces ha publicado una docena de obras, entre las que destacan


Oscuro sol de los puertos (1998), Territorios privados (1999), con la que obtuvo la primera mención en el Premio de Literatura del Ayuntamiento de Caracas,


Las manos del viento (2001)


y El río solitario (2004).


Un año más tarde reúne todo su trabajo poético de 1964 a 2005 bajo el título


Los barcos de la memoria.


Como antólogo, es responsable de los libros:


Navegación de tres siglos.


Antología básica de la poesía venezolana 1826/2002 (2003)


y Poetas y Poéticas de Venezuela (2004).
De la poesía de Joaquín Marta Sosa, Rafael Arráiz Lucca destaca la síntesis alcanzada entre la pulsión narrativa y una muy decantada expresión lírica.


Sobre este andamiaje el poeta elabora una suerte de reconstrucción de la memoria.


En Amares la memoria se corporiza en el particular territorio del diálogo maduro con la mujer amada y en la presencia de ella como espacio de vida.

Obras relacionadas con este autor:

Amares Colección Atlántica
Joaquin Marta Sosa


Joaquín Marta Sosa
Para que la muerteno tenga la última palabra
Joaquín Marta Sosa, antólogo de un libro de poesía venezolana publicado por la editorial española Bartleby, confiesa por qué escribe poesía: para que la realidad no le engañe. Y opta por la ironía: “Chávez es una lamprea”.
Bajo el techo de adornos dorados y pinturas del salón Simón Bolívar de la Casa de América, Joaquín Marta Sosa presentó, junto a otros poetas, venezolanos y españoles, la antología de poesía venezolana editada por Bartleby Editores en España, titulada Poetas y poéticas de Venezuela (Antología 1876-2002). La conversación con Marta Sosa transcurre en la esquina de una enorme cafetería de Madrid, decorada con mobiliario violáceo y mesoneros de mandil rojo, repleta de estudiantes que meriendan a media mañana. Cabello y barba encanecidos, el autor de poemarios como Las manos del viento sonríe al escuchar que realizar una antología que incluya fechas recientes, es decir, con los poetas aludidos vivos, es la mejor forma de hacer enemigos. Reconoce que algunos le han quitado el saludo, pero no tenía más remedio. “Una antología es una opción que se toma con determinado punto de vista”, afirma Marta Sosa. “Podía poner más autores, pero no quitar ninguno de los que están. Quise registrar las voces que son precursoras o que llevan a su más alta expresión la modulación poética y luego tratar de encontrar la red que los vinculara. No quise hacer un inventario de almacén”. Por si acaso, Marta Sosa, cuyo primer poemario cumple en breve 40 años, no se incluye. “Hubiera sido una mala jugada”. En dos momentos de la conversación, Marta Sosa deja escapar la expresión “si de verdad soy poeta”, con un dejo de resquemor. ¿Duda el autor de su propia obra? “De mi poesía creo que no es una poesía mala. Creo que hay una buena cantidad de poemas de verdad buenos”, despeja la duda.
La primera selección, de 211 autores, finalizó en 2002 y era tan vasta que ninguna editorial la publicaría. A principios de 2003, se sentó entre sus libros para tachar nombres de la lista. Quedó en 100, luego en 50 y finalmente en los 40 de la edición española. “De todos modos, hay gente que se vio sorprendida y agradecida de verse en la antología, sobre todo los más jóvenes. La generación del 70 en adelante ha elevado la calidad de la poesía venezolana, que ya era alta”.
El embrión del trabajo fue una invitación de un grupo de escritores que se reúnen con cierta frecuencia en los predios de Conde de Casal, para hablar de literatura y tomar vino. Invitaron a Marta Sosa a dictar una conferencia sobre poesía venezolana en una biblioteca de los alrededores. Tal vez sin querer, o con toda la intención, Marta Sosa comenzó un trabajo de investigación que sus lecturas habituales ya habían adelantado: desde Andrés Bello, al que finalmente no incluye, hasta Luis Enrique Belmonte, nacido en 1971, a quien descubrió por recomendación de un librero español. “Descubrí, al hacerlo, dos cosas: que la calidad de nuestra poesía, comparada con las de otros países, es alta”, señala. “Por ejemplo, no encuentro que la francesa, italiana, la inglesa, la norteamericana, que son mis favoritas, estén por encima de la venezolana, que se renueva de generación en generación. Lo otro que noté es que, a pesar de la visión de los críticos, está muy vinculada con el país: rumores, sensibilidad, asuntos vitales... incluso en Ramos Sucre: sus escritos no tienen explicación si no se vinculan con el gomecismo. Yo parto de que todo es, aunque sea remotamente, autobiográfico”.

Cambio de rumbo
En 1980, Joaquín Marta Sosa llegó a España para realizar estudios de doctorado. En su equipaje incluyó un libro que había escrito y que pulía aún. “Rendía servidumbre completa a lo político comprometido”, señala Marta Sosa, que hace veinte años quería hacer una revolución para cambiar al mundo. “Estaba influido por la mitología del Che Guevara, por las expectativas de la revolución cubana”. Cuando creyó haber revisado todo el poemario, se lo entregó a un amigo, Antonio Rengifo, “una de las personas más inteligentes que he conocido”. Rengifo, funcionario público, le dio un franco consejo que más adelante torcería el rumbo de las letras de Marta Sosa: “Me devolvió al manuscrito media semana después. Me dijo que era una mierda, lleno de moralismos, falto de profundidad, con moralejas. Me afectó muchísimo, revisé el libro e hice unos ajustes, pero concluí que él estaba equivocado y lo publiqué”.
El tiempo transcurrió y Marta Sosa, de seguro, quisiera destruir todos los ejemplares de aquellos poemas sobrevivientes: “Ahora creo que, en el fondo, no quería deshacerme de un libro que me había costado tanto, que era mi ofrenda a la posibilidad revolucionaria del mundo. Una vez publicado, cambié el tono, cerré ese ciclo y comencé a andar una de mis subvoces, más hacia el interior, hacia la peculiaridad emocional”.
En lo político también viró el timón: dejó de creer en las promesas mesiánicas, en las historias de facto o de escritorio. “Hay procesos de reformas que si no mantienen un continuo conducen al fracaso, a la nada. Eso hace que inevitablemente todos los movimientos revolucionarios terminen siendo autoritarios. Porque la realidad es más fuerte y no se puede forzar”.
Marta Sosa, quien también ha tenido una trayectoria política relevante en Venezuela, de la que ahora prefiere no hablar por ocuparse, mejor, de literatura, no se abstrae de la situación política venezolana. “Lo civil se enfrenta contra el imaginario arcaico de lo militar como fuerza única transformadora, que no es más que la rendición ante el hombre fuerte”, opina. “La lucha no es fácil. Los enquistamientos son muy fuertes en Venezuela. Como el cuento de Monterroso: despertamos y el dinosaurio todavía estaba allí. El chavismo corresponde a corrientes arcaicas, profundas y vivas de la sociedad. Chávez es como la lamprea, un fósil vivo que se reproduce, crece y todos los años lo pescan, cuya fuerza está en la primariedad de su organismo. Se alimenta de cualquier cosa que encuentre, su aparato digestivo es un tracto continuo y tiene pocos requerimientos para sobrevivir. Vemos que en la vida social, como en la natural, hay bolsones arcaicos que perviven”.

Ojo avizor
Marta Sosa ha preferido la silla arrinconada, desde la que puede observar los movimientos del café donde conversamos, el vaivén de la gente. Una costumbre por donde comienza todo su proceso creativo, que parte de lo que le pasa por delante o de lo que lee en la prensa. Luego toma notas muy sencillas, bocetos, de lo que la imagen le ha provocado. Guarda los apuntes en un mismo sitio y cada semana los revisa. En algún momento elige los que le parecen más nutritivos y escribe una primera versión de la poesía. “Muy de borrador”, dice. “Sobre eso vuelvo y construyo algo próximo a un texto poético. Cuando creo que lo he alcanzado, lo pongo a dormir. Y cuando tengo una cantidad con un tono y tema que pueden configurar un libro, lo trabajo en conjunto, en la primera versión de un poemario, agrupado por partes. Este último paso puede requerir un año”. A final de año, Marta Sosa publicará Domicilio del mar, un libro con el que cerrará un nuevo ciclo en su poesía y anuncia que se retirará, por largo tiempo, del género.
¿Y por qué escribe Marta Sosa, cuál es el fin de su poesía? Una vez, en una charla en Nagua-Nagua, cerca de Valencia, Marta Sosa respondió algo que luego se le quedaría en la memoria: “Para que la muerte no tenga la última palabra” y repite la frase para explicar el sentido de su poética. El fin de la poesía, sostiene, es “inmortalizar lo mortal, aquello que puede pasar sin dejar huella en el mundo ordinario. Cuando el poeta lo registra, escapa del tiempo, registra la realidad para que no nos engañe. Brotan las voces escépticas, irónicas, con las que puedes ponerte a la altura de esa realidad inabarcable”. Y tal vez ese sea el hilo conductor que une a los poetas que aparecen en su antología.
Noviembre de 2003

martes, 29 de junio de 2010

El Movimiento Fórmate y Lucha de La Universidad Simon Bolivar I





Alejandro Rivera: El liderazgo como constante

Fundador y Director de Link Gerencial Consultores, además de Vicepresidente de la AEUSB, Alejandro Rivera impartirá sus conocimientos sobre liderazgo en el foro “Perspectivas para el 2008: El rol de los profesionales”.



AEUSB.- Desde que era un muchacho, Alejandro Rivera estuvo inclinado a asumir posiciones de participación y liderazgo en cada uno de los roles que le ha tocado desempeñar a lo largo de su vida, como dirigente estudiantil, gerente de distintas empresas, y actualmente como director de su propia compañía, Link Gerencial Consultores. Toda esa experiencia acumulada le ha permitido comprender el impacto del liderazgo como agente de transformación y cambio de la realidad. Una lección que compartirá en el foro “Perspectivas para el 2008: El rol de los profesionales”, organizado por la AEUSB, asociación de la que es también Vicepresidente.

La vida universitaria
Alejandro se graduó en Ingeniería Mecánica en la Universidad Simón Bolívar en 1985. Sus recuerdos como estudiante están estrechamente vinculados a la participación universitaria: “Desde mi primer año fui delegado de mi sección, luego me metí en el Centro de Estudiantes. Como Secretario General del Centro de Estudiantes ejercí posiciones como delegado en el Consejo Académico y el Consejo de Coordinadores”, comenta.

- ¿Por qué se dedicó hacia esas actividades?
AR: Yo venía con una formación política desde los quince años. Entendía que era mecanismo de transformación para satisfacer las necesidades de los estudiantes, y luchar por cosas como por ejemplo, buenos materiales de estudio, generar cátedras que no existían entonces, y en contra de un profesor pirata. Conectábamos cosas muy particulares académicas y estudiantiles, con el tema político de la participación en la toma de decisiones.

Alejandro también formó parte del Movimiento Fórmate y Lucha, que para entonces tenía mucho arraigo en la universidad y un gran grupo de seguidores: “Era un movimiento político, no partidista, que buscaba generar un profesional crítico y participativo. Por tanto, el estudiante debía participar en reivindicaciones, como el desarrollo de los programas de estudios, pero también estar vinculado con la situación política a nivel nacional, pues se denunciaban los planes de la nación y la represión, e internacional, ya que se hacía solidaridad en contra de las dictaduras latinoamericanas, y se apoyaba al movimiento sandinista en Nicaragua”.

- ¿Qué anécdota tiene de ese movimiento?
AR: Recuerdo que una vez protestamos cuando se subió el precio en los comedores estudiantiles de dos a cuatro bolívares. Eso provocó que el Centro de Estudiantes y el Movimiento Fórmate y Lucha boicotearan los comedores, y repartiera miles de sándwiches durante varios días. Eran acciones que se hacían dentro de un marco de discusión y participación de los estudiantes.

“El lema era formarse para luchar y movilizarse para transformar. Había una regla que dictaba que los mejores dirigentes tenían que ser buenos estudiantes, por lo que se hacía un esfuerzo para ser competente como estudiante y ser buen dirigente a la vez. El Movimiento Fórmate y Lucha desapareció a finales de los ochenta, y principios de los noventa”.

- ¿Qué compañeros recuerda con aprecio?
AR: En el Movimiento Fórmate y Lucha estaba Cathy Ramos. Estuvimos juntos también en el primer Centro de Estudiantes, y fuimos compañeros delegados del Consejo Académico. Después estaba Rafael Fuentes, presidente del Centro de Estudiantes, y José Riestra. Compartimos además con gente de otras generaciones, como “El Coyote”, José Sorrentino, y Luís Gonzáles. Hicimos una toda una vida universitaria, combinando lo educativo con la gestión política y la participación estudiantil.

- ¿Qué diferencias hay entre la universidad de ayer y hoy?
AR: Hoy es mucho más grande, tiene un universo mayor de carreras, y hay una mayor madurez en cuanto a no excluir ningún sector. Los profesores, estudiantes, egresados y empleados están todos incluidos en la comunidad universitaria. Hace veinte años, los profesores veían con distancia a los estudiantes, y los egresados no existían en la comunidad universitaria.

La vida profesional
Luego de graduado, Alejandro desempeñó distintos cargos como gerente de mantenimiento, planta, producción, mercadeo, distribución, planificación, y gerente general en empresas líderes de las artes gráficas, cosméticas, y editoriales.

“El gran desarrollo de carrera lo hice en El Nacional, donde estuve 13 años, ocupando distintas posiciones, como gerente general, director de distribución, y gerente de unidad de negocios de revistas. Eso me permitió crecer profesionalmente, escalar posiciones gerenciales, y probar unas destrezas de liderazgo que había desarrollado en mi época como estudiante. Después de El Nacional, monté una empresa, Link Gerencial Consultores, que ya tiene siete años”.

Link Gerencial Consultores es una empresa de consultoría y capacitación gerencial: “En cuanto a consultoría, hacemos diagnósticos, mediciones de clima empresarial y recomendaciones en parte comercial, estratégica y de servicios. En materia de capacitación, entrenamos a los supervisores, gerentes, y altos niveles de la empresa para mejorar sus competencias de gestión. Eso tiene que ver con el tema de liderazgo, comunicación, integración de equipos, pensamiento estratégico, y optimización de procesos”, señala.

Link Gerencial Consultores opera actualmente en tres países: Venezuela, República Dominicana, y Panamá, donde acaban de abrir operaciones este año. Entre sus clientes se encuentran industrias de consumo masivo como Coca Cola Femsa; empresas textiles como Ovejita; los periódicos Tal Cual, El Tiempo de Puerto La Cruz, y Panorama; además de organizaciones del sector turístico, minero y bancario.

- Tomando en cuenta toda su trayectoria, ¿cuál cree ha sido su mayor logro profesional?
AR: Creo que ha sido muy satisfactorio agarrar una empresa que tenía años dando pérdidas y en poco tiempo ponerla a ganar dinero, con la misma gente, y las mismas máquinas, es decir, sin despedir al recurso humano y adquirir nueva tecnología. Eso se consigue inspirando y haciendo que la gente se sienta motivada para transformar. Así es el liderazgo transformacional.

“En cuanto a Link Gerencial Consultores, el mayor logro ha sido pasar de ser una empresa pequeña y sin capital a una con un desarrollo de productos y servicios de categoría internacional, y que está en tres mercados, atendiendo a transnacionales que exigen estándares bastante altos”, asegura.

La vida del egresado
Después de salir egresado de la Universidad Simón, Alejandro también ha participado de manera muy activa en su Asociación de Egresados (AEUSB), siendo Presidente, Director y actualmente Vicepresidente.

- ¿Qué lo motivó a estar en la AEUSB?
AR: La Asociación de Egresados es un espacio de encuentro para los egresados. Los que nos graduamos ya hace más de veinte años, pensamos que nos permite retribuir a la universidad nuestra formación, aportando conocimientos, experiencias, y soporte económico. Asimismo, hoy por hoy, las universidades están sometidas a presiones por parte del gobierno, sobre todo en cuanto al cambio de los regimenes de admisión y los currículos académicos. Esto nos obliga a los egresados a dar nuestro apoyo a las universidades, pero no sólo un apoyo declarativo, sino también de participación.

“La Asociación de Egresados es un puente entre el egresado y la universidad, el cual hay que solidificar, dándole distintos aspectos que sean atractivos, desde un mecanismo para conseguir empleo hasta una plataforma para contribuir con el ajuste de los programas académicos, de modo que la universidad tenga más impacto en su proceso de enseñanza”, afirma.

- ¿Cuál ha sido el mayor aporte de la Asociación de Egresados?
AR: Si evaluamos la labor de la Asociación de Egresados, no sólo desde la última gestión, sino desde su fundación, tenemos que fue una de las primeras organizaciones de este tipo, y ha generado un espacio en la comunidad universitaria. Hace quince años, hablar de los egresados en la comunidad universitaria no tenia sentido. Hoy en día, el egresado forma parte de la comunidad y contribuye de manera importante con su crecimiento.

- ¿Qué mensaje le daría a quienes están a punto de salir egresados?
AR: Que se acerquen y se inscriban en la Asociación de Egresados.

- ¿Y a los egresados?
AR: También, y que entiendan que cada vez es más importante la participación. No podemos ser apáticos, mucho menos cuando la apatía es una posición a favor de una determinada tendencia. La mejor manera de aportar a la universidad y al país es participando en espacios de encuentro como la Asociación de Egresados.

- ¿Qué significa para usted la Simón?
AR: Para quienes estudiamos y nos graduamos allí, la Universidad Simón Bolívar deja una huella muy profunda. Te marca un estilo de trabajo y gestión. Como estudiante, yo aborrecía que fuera tan exigente, pero una vez que me gradué, entendí los beneficios de ese nivel de exigencia. La Simón siembra valores, y creo que es una universidad excelente.

Lecciones de liderazgo
Bajo la organización de la Asociación de Egresados de la Universidad Simón Bolívar (AEUSB), el próximo jueves 10 de abril se llevará a cabo el foro “Perspectivas para el 2008: El rol de los profesionales”, donde Alejandro tendrá la oportunidad de compartir sus experiencias en la conferencia “Liderazgo en tiempos de crisis”.

- ¿Cuál es el foco de su presentación?
AR: Si algo he podido aprender durante los últimos años es el enorme impacto que tiene el liderazgo para realizar las grandes transformaciones en empresas, organizaciones, instituciones y, en general en el país, porque está relacionado con la capacidad de adaptarse y generar cambios. El liderazgo incluye cuatro elementos importantes: una visión de hacia dónde se quiere ir; pasión en lo que se hace, mostrando que uno cree en eso; integridad, es decir, lo que se dice convertirlo en acción; y finalmente, la innovación y la creatividad.

“Esos cuatro elementos me han acompañados desde mi época en el movimiento estudiantil, pasando por los cargos como gerente de empresas, hasta ahora que estoy al frente de mi propia compañía. Yo creo que un elemento importante en un momento de cambio y de crisis es desarrollar el liderazgo. De eso va a tratar la conferencia: cuáles son los principales elementos del liderazgo; cómo se desarrolla; algunos aspectos que conectan el liderazgo con la transformación, y como estimular el pensamiento estratégico y la innovación”.

- ¿Cuál es la importancia de este evento? ¿Por qué deberían asistir los profesionales?
AR: Peter Drucker, quien es un gurú de la gerencia, dice que mientras más haya cambios, más liderazgo hace falta. Venezuela está viviendo hoy tremendos cambios. Eso significa que los profesionales deben desarrollar competencias de liderazgo. Las universidades no tienen contenidos relacionados con el liderazgo. Sin embargo está comprobado que el liderazgo, la inteligencia emocional, y las relaciones interpersonales tienen más impacto en el éxito profesional que los contenidos tradicionales de la academia. Por esa razón, creo que este foro es necesario para nuestros profesionales.

- En su opinión, ¿cuál es el rol de los profesionales en el 2008?
AR: Creo que el profesional debe ser un ente transformador, un ente de cambio. No sirve un profesional que sólo aplica los modelos que aprendió en la universidad, pues éstos caducan al año, y la única forma de ser competitivos es prepararse para transformar. En tiempos de cambio, el profesional debe pensar en cómo cambiar según las nuevas circunstancias económicas y mundiales.

- ¿Cuáles son los desafíos que enfrentan actualmente los profesionales?
AR: En el marco de nuestro país, una gran contradicción entre una expansión económica y unas restricciones políticas y jurídicas. A escala internacional, el crecimiento de China y la India, unido con la crisis de nuestro principal mercado que es Estados Unidos. Esa es la realidad que le toca enfrentar al profesional venezolano. Por ello requiere contar con un instrumental de herramientas para poder competir, y generar acciones de transformación, que se dan gracias al liderazgo.

“Estamos entrando en un momento cada vez mas dramático de transformación en lo económico, político, jurídico, y educativo, que generan modelos contradictorios. Todo eso hace que el profesional tenga que estar siempre haciendo ajustes entre lo que aprendió en la universidad, que son sus paradigmas anteriores, y la forma como actúa cotidianamente”.

En privado
Alejandro está casado con la Ingeniera Mecánica egresada de la Universidad Simón Bolívar, Mary Flor Domínguez, quien también es tesorera de la AEUSB. El matrimonio cuenta con dos hijos, uno de 19 y otro de 15 años.

- ¿En qué dedica su tiempo?
AR: La mayor cantidad de mi tiempo se me va en el trabajo con Link Gerencial Consultores, pues me toca dictar conferencias y cursos, desarrollar materiales, atender clientes y escribir. Un cachito del tiempo que me queda se lo dedico a la Asociación de Egresados, tal vez no tanto como quisiera, pero aporto allí algo; y el resto a la familia.

- ¿Tiene algún hobbie?
AR: Sí, leer, escuchar música, ver videos, y eventualmente ir al gimnasio. Leo mucho, sobre todo libros de gerencia, y uno que otra novela.

Alejandro también ha tenido la oportunidad de descubrir una faceta aparte como escritor, ya que recientemente publicó el libro “Competencias Gerenciales para el Liderazgo del Futuro". “En esta obra trato de resumir no sólo por la vía académica, sino por la experiencia personal, cinco temas: cambio, liderazgo, pensamiento estratégico, y servicios e innovación, donde combino elementos de mi época en el movimiento estudiantil y en los puestos de gerencia”.


E-mail: info@usb-egresados.org.ve