sábado, 12 de julio de 2008

Adolfo P. Salgueiro // Ugalde en la Academia

Hizo consideraciones de alta densidad como era de esperar de una lúcida mente
El pasado martes 8 tuvo lugar la incorporación a la Academia de Ciencias Políticas y Sociales de nuestro muy querido amigo Luis Ugalde s.j. como Individuo de Número quien llega a la misma ocupando el sillón que fue de Efraín Schacht Aristeguieta a quien este opinador debe buena parte de sus logros, entre ellos el de haber sido presentado a las páginas de "El Universal".
El discurso de incorporación de Ugalde se tituló "Utopía política -entre la esperanza y la opresión". En el mismo hizo consideraciones y reflexiones de alta densidad como corresponde a quien ingresa a una Academia de prestigio y como era de esperar de la muy lúcida mente y valiente verbo de este sacerdote jesuita cuya trayectoria y opinión han pasado a ser referencia obligada del quehacer nacional.
El nuevo académico comenzó reconociendo que -en su opinión- la escogencia de su nombre no lo fue tanto por sus méritos personales sino como representante de la UCAB de la cual es Rector ya que dicha institución cumple a cabalidad el mandato del artículo primero de la Ley de Universidades que exige a las mismas responsabilidad en la orientación de la vida del país mediante su contribución doctrinaria en el esclarecimiento de los problemas nacionales.
Como es también costumbre el discurso de incorporación fue seguido por una "contestación" a cargo del académico Dr. Alfredo Morles, ex decano de la Facultad de Derecho de la UCAB quien despachó una pieza de equivalente jerarquía.
No se trata en estas líneas solo de comentar un acto que congregó a la elite intelectual sino de compartir con el lector nuestro ánimo con motivo de la ocasión el cual nos arropó con gran desasosiego y pena al comprobar como en nuestro país, donde existe y sobra talento, probidad, ganas de hacer bien y vocación de servicio, pueda todo ello ser ignorado y marginado en el pretendido servicio a una causa que siendo una utopía deseable dista tanto del marco de lo posible y viable.

Por eso Ugalde afirma que "la política no es una proclamación de grandes fines deseables sino el arte de lograr metas comunes, en las condiciones de una determinada sociedad, en un tiempo histórico concreto".
De eso se trata, de la brecha entre la utopía chavista de una sociedad colmada de felicidad y la forma de abordarla que ha venido resultando exactamente en lo contrario.
Ese martes, compartiendo el acto con tanto talento de las más distintas ramas del saber no pudimos sino lamentar profundamente que nuestra patria -también de Ugalde y de este servidor- esté siendo conducida hacia el abismo con la consigna de "un paso al frente". ¡Y pensar que aún disponemos de las posibilidades y los medios para evitarlo!
De allí pues la pertinencia de la afirmación que como corolario propone Ugalde: "todo régimen con la pretensión de que con él se logra la definitiva realización de la utopía y que nada mejor puede existir después de él, termina en reaccionaria opresión antihumana. Solo una conciencia compartida de las limitaciones y de la perfectibilidad permanece abierta al cambio, a la crítica, a los derechos personales de cada uno y a la pluralidad democrática"
apsalgueiro@cantv.net

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