Durante estos años se ha perdido de vista el papel tan relevante que juega la Asamblea Nacional en el quehacer cotidiano. Los ciudadanos no ven claramente la relación que tiene ese espacio de construcción política con sus vidas; no ven en el hemiciclo el rol fundamental que tiene para la construcción del país. La Asamblea debe ser un espacio con representación de todos los grupos existentes en la sociedad por más minoritario que sea, pues de allí emergen las normativas que intentan dar un poco de orden al alboroto de país que tenemos; su constitución debe garantizar el debate permanente, porque es de allí, de la confrontación de ideas, que se generan soluciones e incluso una visión que en teoría debe ser compartida por todos.
No es parte de la cultura del venezolano lo relativo al cumplimiento de las normas; desde las situaciones más sencillas hasta aquellas que revisten algún tipo de complejidad, tienden a verse regidas por la viveza del que burla, a veces, incluso de manera inconsciente.
Tenemos así, una serie de leyes que en principio nadie conoce y que luego no hay institución que la haga cumplir, y el oficialismo poco ha hecho en esta materia.
Uno de los roles principales de la Asamblea es ser un poco la contraparte o por lo menos el ojo avizor de lo que el Ejecutivo realiza, pero en nuestro país ésta es más bien la principal aliada y cumplidora de oficios del Presidente; el patio trasero que vive lisonjeando toda acción del que manda y ordena.
Por ello debemos rescatar aquello que tiene que ver con el control al que gobierna, debemos convertirnos en los primeros ejecutores de eso que llaman contraloría, darle el carácter y el poder que en cuatro años ha perdido la institución como tal.
Finalmente, el país atraviesa momentos difíciles en todos los sentidos, el que no sienta de forma directa la crisis debe estar en un alto cargo del Gobierno, porque del resto de los venezolanos padecemos los embates de la misma, un caos que te ataca por los cuatro costados; pero los diputados actuales ni se inmutan, ellos no tienen arte ni parte en el asunto, existe un silencio cómplice que no denuncia ni aborda desde allí dichos problemas.
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