miércoles, 26 de mayo de 2010

Antonio Cova Maduro // Socialismo militar

El aspecto más perverso en este socialismo militar, es que lo dirige un militar, con una lógica militar
De todos los apellidos que el más mentado -y fracasado- experimento del siglo XX ha conocido, a Venezuela le tocó el apadrinarlo de "militar". No que en notorios casos, el socialismo del siglo XX no tuviese como parteros a ruidosas experiencias militares -Rusia, China y Cuba son los casos más destacados- pero ellas fueron "vividas" como experiencias revolucionarias primero.

En efecto, fue sobre las ruinas del zarismo ruso que los bolcheviques intentaron el suyo, que además tenía la inmensa carga de ser el primero, y por ello absolutamente huérfano de precedente alguno que les ayudase a no meter la pata igual. Luego el más radical, el chino, sólo pudo intentar su obra ciclópea al final de un periplo sangriento que comenzó con la Larga Marcha de 1934 y culminó con la derrota del Guomindang de Chiang Kai-shek en 1949.

Más cercano a nosotros, el socialismo cubano fue el de unos guerrilleros que siempre han conducido sus "asuntos militares" como si todavía tuviesen las barbas cansinas de cuando bajaron de la Sierra Maestra. Por cierto, no deja de ser un dato hasta cómico, que sea un lampiño quien esté asumiendo, por estos días, el desmantelamiento definitivo del más rotundo fracaso que la izquierda ha tenido cincuenta años seguidos. ¡Si hasta la jerarquía eclesiástica lo está certificando con su ayuda!

En todas esas experiencias fue en guerra, y en el difícil manejo de sus efectos, que los revolucionarios tuvieron que transmutarse en militares. Para su desgracia, el socialismo que intentaron imponer sería, por fuerza, uno que tendría a la economía de guerra como su melliza inseparable. Una vez que lanzaron aquel socialismo de la escasez, con la ingenua y pertinaz teoría de que "eso sería pasajero", la inercia y la historia misma terminó imponiéndose. La escasez fue su sepulturera y con la muerte del experimento, enterró la idea misma.

Venezuela, cuándo no, iba a mostrar la otra cara de esa peculiar relación de lo militar con el socialismo. Entre nosotros, en la agonía del siglo XX y esta primera década del XXI, lo que el chavismo, sus focas y sus "ideólogos, llaman "socialismo" arranca -y se nutre- de lo peor del militarismo venezolano. De lo peor, incluso, en términos de su elenco.

Ese militarismo a la venezolana lo "blinda" contra cualquier intento por escudriñar las experiencias arriba anotadas, para ver "qué salió mal" y cómo no caer en las mismas trampas. Para saber sortear lo que pudiere haber de "coyuntural" en esta experiencia; y lo más difícil, lo "estructural" en el experimento mismo.

Pero lo militar en este socialismo va más allá: sordo y ciego al hecho de la matriz "rentista" de la economía venezolana, los militares "revolucionarios" parecen empeñarse en adoptar la actitud de un ejército en guerra: consumir vorazmente recursos de todo tipo, sin producir ninguno; más aún, piensa que no hay mejor indicador de éxito que dejar a su paso una estela de tierra arrasada.

Por cierto, no deja de ser irónico que la justificación "ideológica" del proceso de tierra arrasada como "marca de origen" del socialismo, como prueba de cuán genuino es, iba a venir de un ingeniero con fama de monje y asceta: "La escasez es consustancial al socialismo" dictaminó. Ni qué decir tiene que a la boliburguesía, y a la derecha endógena, tal declaración les debe haber producido dentera.

En el fondo, el problema muy probablemente reside en que estos militares -devenidos "revolucionarios" por razones rentistas- no fueron atraídos a las fuerzas armadas por pasiones revolucionarias, sino que han sido las circunstancias las que los han obligado a simular esa atracción. Y el que más consciente está de esta pequeña "anomalía" no es otro que el mismo Hugo Chávez. Por eso no le ha quedado otra opción que comprar la adhesión y apartar a todo el que se resista a convertirse en vendedor.

El aspecto más perverso en este socialismo militar, sin embargo, es que lo dirige un militar, con una lógica militar, y con modos de conducta militares. Por eso, cuando con profunda tristeza los marxistas que todavía queden hayan de dar cuenta del estruendoso fracaso de este socialismo de última hora, le asignarán un amplio porcentaje al hecho de que fue un militar quien lo intentó.

La "otra" historia, la que los venezolanos transmitiremos de padres a hijos, por toda la cadena genealógica, afirmará que a Venezuela la salvaron tres cosas: su denodado afán por no perder su democracia, su economía "rentista" y la imposible personalidad del militar Hugo Chávez.

antave38@yahoo.com

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