viernes, 26 de septiembre de 2008

Argelia Ríos // Control de daños, alpargatas y cotufas

No hay muestras de conmoción ni efervescencia en las bases del chavismo
Como ya se ha visto en su antesala, la campaña electoral será un episodio áspero y peligroso. La hostilidad alcanzará niveles proporcionales a la relevancia de la jornada.
Las fuerzas parten parejas, casi en equilibrio, rumbo hacia una meta en donde se bifurcará la política nacional... Es inexorable que el oficialismo vea reducido su poder: para proclamar un triunfo espléndido, libre de mentiras, la revolución necesitaría repetir la "tierra arrasada" del 2004. Las perspectivas de la oposición, en cambio, son diferentes. A menos que le falle seriamente la organización para la vigilancia de los votos, es imposible que ella no consiga ampliar sus escenarios de influencia. El nuevo mapa de poder es inapelable y sólo un arrebatón pudiera reprimirlo.
Con toda razón, mucha gente se pregunta si el Presidente aceptará convivir con ese cuadro en el cual ya no alumbrará como la única celebridad acreditada en la vida pública nacional. Los contrapesos pasarán a convertirse en una realidad legitimada, cuyo mandato -la lucha por un entorno mejor y una vida menos agria para la gente- enrumbará a los trenes hacia rutas enfrentadas. El peso que hoy poseen ambos grupos -sin contar el de los disidentes del chavismo- no admite dudas acerca de esa dramática colisión.
Lo que está en juego, por tanto, es la hegemonía de Chávez y todo cuanto ella simboliza. Por eso el Presidente peleará como nunca antes lo ha hecho, despreciando el menor escrúpulo y al amparo de un fin que justificará cualquier barbaridad. Esta es la primera elección a la que Chávez asiste convencido de que perderá una porción importante de lo conquistado.
Nunca antes había sentido tal inestabilidad en el campo de sus seguidores. La concentración de la oposición también le ha tomado por sorpresa y aún no termina de comprender que sus contrarios lograron "desescualidizarse"... De aquí hasta el final, todos sus esfuerzos estarán dirigidos a intentar un eficiente "control de daños". Esto es, evitar que sus contrarios obtengan más de cuatro triunfos, su "número aceptable". No está preparado para otra cosa. Si necesitara postergar los comicios -buscando ganar tiempo, como en el RR, pero con diez años a cuesta-, no dudará en hacerlo.
Ya Carlos Escarrá asomó la celada al bloffear con un adelanto de los comicios... Los pataleos del "hombre nuevo" son idénticos a los del puntofijismo. Ellos hicieron lo mismo cuando el derrumbe le respiraba en el cuello. Para llegar allá Chávez necesitará primero mostrarse fuerte y recuperar la autoridad.
En el camino, cometerá horrores que acabarán con su supuesta superioridad moral... Su juego es puro riesgo extremo. Pero la oposición tiene una voluntad de hierro y, al menos hasta ahora, no hay muestras de conmoción ni efervescencia en las bases del chavismo... No es un buen augurio para el oficialismo. Son tiempos de alpargatas y cotufas. Argelia.rios@gmail.com

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