martes, 12 de enero de 2010

¿Para qué sirve un politólogo?


Escrito por: Ramón Alberto EscalanteCompartir

Barack Hussein Obama, el nuevo presidente de Estados Unidos, tiene varias profesiones: escritor, abogado, internacionalista, licenciado en artes liberales, pero inicialmente se formó como politólogo, carrera que siguió en la Universidad de Columbia. Esta feliz circunstancia me anima a esquematizar algunos conceptos básicos sobre esta disciplina.
La carrera de ciencias políticas es antiquísima. En Grecia, los que disertaban sobre el funcionamiento de la polis, como Aristóteles, formulaban tesis más políticas que propiamente filosóficas. Politólogos fueron los grandes tratadistas medievales, hasta Nicolás Maquiavelo, el primero que se atrevió a redactar un manual de consejos pragmáticos para uso del gobernante asesorado y todos los paradigmas de las ciencias sociales, desde Augusto Comte (el padre del positivismo) hasta Carlos Marx, hicieron algún énfasis en la especificidad de la política dentro de la sociedad.

Más contemporáneamente, los profesionales clásicos de Venezuela se graduaban simultáneamente de abogados y doctores en ciencias políticas. Uslar Pietri, Rafael Caldera, todos ellos tuvieron los dos títulos. De haber culminado sus estudios, Rómulo Betancourt y Carlos Andrés Pérez también lo hubieran sido. Es significativo que la única maestría cursada por Hugo Chávez fue la de Ciencias Políticas, por cierto, en la Universidad Simón Bolívar.

Claro, aquellos doctores en ciencias políticas no tenían la formación específica del politólogo de hoy, porque nuestra profesión como tal sólo se esquematizó en 1948, año emblemático, pues marca el nacimiento de la ONU, del nacimiento del Estado de Israel, del comienzo de la Guerra Fría, escenario para la formación, discusión y operaciones de los profesionales de sucesivas generaciones.

Digamos que el politólogo de hoy es un profesional de las ciencias sociales, con una amplia formación (historia, derecho, sociología, psicología, economía política, estadísticas y metodología de la investigación) ocupado en comprender la búsqueda, administración, conservación y justificación del poder. Debe conocer las grandes corrientes de la evolución histórica, manejar los fundamentos básicos del derecho constitucional, internacional, público y romano, comprender las principales escuelas sociológicas y psicológicas, los fundamentos de la economía política, las estadísticas aplicadas a la investigación social, pero viendo cada proceso, episodio y personaje desde la especificidad de la política.

A mis alumnos siempre les digo que donde el abogado presiente un juicio y el sociólogo un conflicto de clases, el psicólogo un caso de desajuste social y el economista una mala cifra para la productividad, el politólogo, allí mismo, debe estimar las condicionantes políticas del hecho, el entorno y formular una tesis en relación a los poderes desatados para su ocurrencia.

Por muchas razones el politólogo debería apostar a la mayor dosis de imparcialidad, en cada etapa de su desempeño profesional. Aunque tenga su ideario, su compromiso partidista, debe mantener la amplitud de miras y no dejarse llevar por las pasiones políticas, porque debería existir una inmensa diferencia y distancia entre el politólogo como profesional y el activista político como actor del momento.

Un profesional de las ciencias políticas debe mirar a cada dirigente, candidato, funcionario o gobernante con la misma estulticia, equilibrio y seriedad que un médico observa a un paciente. Aquellos son el objeto de nuestro estudio. Parte de la tragedia política de Venezuela, es que, durante muchos años los políticos usurparon el rol de los politólogos y después, algunos politólogos se han dejado arropar por los simples políticos.

Hay muchas áreas para el desempeño de las ciencias políticas, desde la investigación y docencia hasta la realización de encuestas. Yo los he visto en muchos cargos privados y públicos, siempre con notable acierto, desde ejecutivos bancarios hasta gerentes turísticos. Muchos politólogos se dedican a la política, muchos con brillante desempeño como Ingrid Betancourt y Barack Obama, otros con no tan feliz resultado. Un politólogo tiene en la administración pública un área natural de desempeño, pero en el sector privado puede aportar muchísimo en pro de cada empresa.

Lo importante es que el politólogo (como todo profesional) asuma que su formación nunca está completa. Debe mantenerse actualizado y lo ideal es que lean diariamente prensa regional, nacional e internacional, revistas especializadas, foros en televisión e Internet y libros, porque no hay nada mejor que un volumen completo para manejar bien un tema.

Y que tenga una visión ética de la vida, pues que cada vez está más claro que la política es la más importante de todas las actividades humanas. De hecho, la demagogia, la manipulación, la politiquería, son degeneraciones profundas de la política como ideal de servicio. Al politólogo corresponde ayudar a elevar el nivel de la política. Y ratificar que esta debe concebirse como un servicio público de grave trascendencia social (Panorama, 23/01/2009).-

Abogado / Politólogo

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