miércoles, 21 de julio de 2010

Este señor está loco

por Eduardo CASANOVA
Sí, no está en sus cabales, no es normal un personaje que ordena la exhumación de los restos de Simón Bolívar con la peregrina excusa de que hay que averiguar si murió de tuberculosis o lo mató la oligarquía colombiana.
Por Dios. Han pasado ciento setenta y nueve años desde que murió el personaje, ¿a quién se va a castigar si es que de verdad lo envenenaron? Un hombre que pasó la mayor parte de su vida a caballo, llevando lluvia y sol, alimentándose mal, y que para colmo, en los últimos dos o tres años de su vida no hizo otra cosa que llevar insultos y vejaciones, al extremo de pasar sus últimos meses con una gran depresión. Y que, de acuerdo a la medicina de su tiempo, es posible que haya recibido tratamientos muy inadecuados que en vez de curarlo hayan agravado su situación.
Hay que estar loco para pensar que eso debe investigarse. Y más loco aún para valerse del poder que se tiene y de la adulancia y la falta de honestidad de los que lo rodean para lograr que se cumpla aquel desaguisado.
Ya, hace varias décadas, hubo una razón poderosa para sospechar que los restos que estaban en el Panteón no eran los de Bolívar, cuando se encontró un cráneo que había sido objeto de autopsia en la cripta de los Bolívar en la Catedral y el eminente médico José Izquierdo planteó esa posibilidad, pero las autoridades no se atrevieron a profanar ta tumba porque era un irrespeto demasiado grande, porque era una locura. Y ahora la locura se comete.
Y el perpetrador escribe estas barbaridades: “¡Hola mis amigos! ¡Qué momentos tan impresionantes hemos vivido esta noche! ¡Hemos visto los restos del Gran Bolívar! Dije con Neruda: “Padre Nuestro que estás en la tierra, en el agua y en el aire… Despiertas cada cien años, cuando despierta el pueblo”. Confieso que hemos llorado, hemos jurado.
Les digo: tiene que ser Bolívar ese esqueleto glorioso, pues puede sentirse su llamarada. ¡Dios mío, Dios mío, Dios mío! … ¡Cristo mío, Cristo nuestro, mientras oraba en silencio viendo aquellos huesos, pensé en ti! Y como hubiese querido, cuánto quise que llegaras y ordenaras como a Lázaro: ‘Levántate Simón, que no es tiempo de morir’. ¡De inmediato recordé que Bolívar Vive! ¡Bolívar vive Carajo! ¡Somos su llamarada! A partir de esta misma madrugada estaremos informando detalles del procedimiento científico que se vino siguiendo con los restos heroicos de Bolívar. ¡Caramba! ¡Cuánta gente hay despierta a esta hora. No me extrañan las opiniones de algunos. ¡Pero cómo me fortalecen Uds.
Los Patriotas Bolivarianos! Ahora tenemos que descansar un poco. Para seguir la batalla por la Patria. ¡Bolívar vive! ¡La lucha sigue! ¡Buenos días a todos y a todas!”…
La cursilería, la falta de sindéresis, la falta de coordinación, el lenguaje paupérrimo, los signos de puntuación erráticos, todo, revela una mente desquiciada. Salvo por el párrafo de noticiero de radio comunal, es algo que podría haber escrito un jovencito cursi descontrolado porque tuvo su primer encuentro sexual con otro jovencito y se le desataron las hormonas. Simplemente, ese señor está loco. Y lo grave es que tiene poder.
Y ha usado el poder para arruinar el país, para quitarle el presente y el porvenir al pueblo, para hacer que los alimentos se pudran, para irrespetar a todos, para acabar con las libertades y el sistema democrático. ¿Hasta cuándo podrá el país tolerar a un loco irresponsable y malvado en posición de seguir dañándolo?

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