jueves, 15 de julio de 2010

Diego Bautista Urbaneja // Sin viento, sin vuelo

La certeza de que hay que cambiar de rumbo está allí, en la gran mayoría, haciendo su trabajo
El Gobierno carece de impulso, de inspiración. Se sustenta en su puro poder de hecho, en su capacidad de control y de amedrentamiento, en su dinero, en la sumisión de los poderes. Pero ya no tiene viento que insufle sus velas.

Para comprobarlo podemos comparar su actuación en el momento presente, con la que tuvo en momentos de mayor, digamos, frescura. Cuando a mediados del año 2003, las encuestas le decían al Gobierno que iba camino de perder el referéndum revocatorio, Chávez recurrió al consejo de Fidel y este le sugirió las misiones. Con ellas levantó el vuelo y se convirtieron tales políticas en el buque insignia del Gobierno, prácticamente hasta hoy. Dejemos de lado el origen electoralista de la iniciativa y el hecho de que haya provenido del padre tutelar de Chávez. En cualquier caso era una idea que cambiaba el juego y le devolvía la decisión al Gobierno. Era una canalización masiva de recursos hacia políticas sociales que podían aparecer como novedosas, por muchos defectos que un análisis estricto pudiera descubrir en ellas. Un análisis que sería tan estricto como políticamente irrelevante. La oposición fue tomada por sorpresa y las misiones sembraron confusión en ella y no hubo tiempo ni energías para adoptar ante aquellas una posición coherente y convincente.

Por "soplada" por Castro que fuera, la iniciativa obedecía a un momento donde "la revolución" tenía el viento a favor, y era todavía mucha su capacidad de crear ilusiones y esperanzas.

Comparemos con el momento actual, donde los datos indican que el Gobierno enfrenta una elección abrumado por la corriente de los hechos, todos negativos. Aplastado por el escaparate que se le ha venido encima, el de los contenedores, Chávez no tiene cómo responder con nada de vuelo. Se aparece con el tema del salvadoreño detenido y deportado y con las invectivas contra el cardenal Urosa, que le ha tocado el punto flaco de su propensión al comunismo.

Con lo primero se intenta armar una olla que termina por no interesar a nadie. Respecto a lo segundo, ante la ratificación del Cardenal de las cosas que ha dicho, el comandante replica que el prelado tendrá que demostrar sus acusaciones en un tribunal. Posiciones débiles, por no decir raquíticas, por completo carentes de la posibilidad de general el menor entusiasmo ni el menor fervor. Tal como corresponde a la situación electoral defensiva que enfrenta Chávez y que le impone como objetivo electoral el de perder la menor cantidad de votos posible, porque ya sabe que el de ganar nuevos votos está por completo fuera de su alcance.

Pero la pérdida de impulso del Gobierno ofrece otras facetas. Por ejemplo, el desastre de su gestión y la carencia de toda idea creativa se ha convertido en un peligro para sus mismos anteriores bastiones. Un examen de los datos más recientes sobre la misión Barrio Adentro, en términos de módulos en funcionamiento, dinero dedicado al programa, número de médicos activos en él, revela un tremendo deterioro. Barrio Adentro languidece. Y si languidece Barrio Adentro, la joya más preciada de todo el conjunto de misiones, qué será de otras menos prioritarias y menos famosas.

Esto ya no da más. Sólo los fanáticos, los ciegos, los que se resisten a admitir la realidad, pueden no rendirse ante esa evidencia. No voy a entrar en el asunto de si ha habido buena o mala fe en lo que se ha querido hacer, sobre todo en los últimos años del régimen chavista. Allá cada quien con su conciencia. Lo que desde el punto de vista del país interesa constatar es que el intento fracasó y que lo que en algún momento haya habido de buen lucir fue un espejismo alimentado por una precios petroleros estrambóticos. La magnitud del fracaso la mide la distancia que hay de una Misión Robinson a la detención en Maiquetía de un terrorista salvadoreño.

Eso que uno llama "el país" sabe eso, lo siente en los tuétanos. Hay sectores que dudan, que vacilan ante la decisión de dar el salto que los instale en eso que sienten como verdadero: que es necesario cambiar de rumbo, que "por ahí no es". El que ello ocurra dependerá de la habilidad, la coherencia, la calidad de eso que se ofrece como su alternativa, la Unidad Democrática, que estoy seguro serán cada día más altas. Pero la certeza de que hay que cambiar de rumbo está allí, en la gran mayoría, haciendo su trabajo y viéndose confirmada día tras día por todo tipo de hechos, que no dan descanso.

dburbaneja@gmail.com

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