Somos el País-Marcha, pero estamos usando las marchas como una forma de catarsis
Cada vez que el gobierno abusa convocamos una marcha, la decisión es automática, predecible, elemental.
Cada vez que el gobierno abusa convocamos una marcha, la decisión es automática, predecible, elemental.
El magno evento de la resistencia sirve de escenario a reuniones entre los líderes de moda en la oposición (a veces he caído yo), quienes discuten la logística y, sobre todo, disputan la vocería. A 11 años de gobierno, urge la autocrítica.
Somos el País-Marcha, pero estamos usando las marchas como una forma de catarsis. Aunque es absolutamente necesario movilizarse, las marchas no pueden ser una anestesia.
Son necesarias pero insuficientes, mucho más ante la existencia de grupos paramilitares y ante la paulatina caída de los medios de comunicación independientes. El trabajo de redes y de organización es insustituible. La respuesta a la Ley Orgánica de Educación (LOE) ha sido, por supuesto, marchar.
Pero lo más efectivo y retador es la propuesta de desobediencia civil que se ha lanzado esta semana, la misma implica que los maestros deben desatender las instrucciones del Ministerio (so pena de despido), los estudiantes deben combatir a los profesores propagandistas (so pena de expulsión) y, los dueños de colegios privados deben ser firmes (so pena de cierre).
Como ven, lo que requiere el combate a la LOE es más complejo que una marcha, la pregunta es: ¿Hasta dónde estamos dispuestos a llegar? Lamentablemente, no existen sindicatos poderosos que defiendan a los maestros cuando son despedidos y esta falta de solidaridad organizada nos ha hecho débiles ante al poder. Los dueños de colegios tienen posturas diversas y algunos cederán para mantenerse abiertos.
En cuanto a los estudiantes, reconozco su labor, pero me atrevo a sugerir que retomen el esquema de coordinación nacional, entre universidades públicas y privadas, que permitió ganar la pelea de la reforma en 2007.
La respuesta de maestros, dueños de colegios, estudiantes y padres es admirable. Ojalá y no dejen la organización para la desobediencia de segundo plano. Ésta será mucho más efectiva que las marchas.
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