Lunes 25 de Octubre de 2010 16:42
Apreciados Amigos:
Millones de venezolanos nos preguntamos por el destino del capital social atesorado en las pasadas elecciones del 26 de septiembre cuando logramos decirle a Chávez y al país, contra los desmanes y trampas montadas y avaladas por los poderes del Estado, que su proyecto no era, no es, mayoritario. Es más, no todos los que votaron por los candidatos impuestos por Chávez son chavistas, mientras que los que votamos en su contra somos todos demócratas. La Mesa de la Unidad Democrática venezolana jugó allí un papel excepcional pues consiguió, frente a tantos vaticinios derrotistas y pájaros de mal agüero, conjurar errores y ambiciones internas y externas, dándole sentido cierto a la oposición democrática. ¡Bravo por ello!
Pero ahora, ya pasado un mes de esa victoria electoral nos preguntamos impacientes por el patrimonio acumulado y por la inversión que de inmediato debe hacerse con él para que no se devalúe. Pareciera que luego de los tan alentadores resultados alcanzados, la victoria se desinfla y anda cual papagayo sin cola. ¿Dónde está la cosecha de esa siembra? ¿Quién la guarda y administra? Porque es necesario hacerla sentir y darle vida cotidiana hacia la calle, roncándole en la cueva al Socialismo del Siglo 21, pues el pueblo habló y necesita respuestas inmediatas. Porque la M.U.D. no fue creada para ser nada más que oficina de éxitos electorales, lo cual no es malo pero ya insuficiente. Debería ser además, y ahora más que nunca, centro de coordinación política de nuestra fuerza democrática, que como debe entenderse va más allá de lo estrictamente electoral. ¿O es que la M.U.D. se agotó luego del 26-S? Puede que la adrenalina haya disminuido, como es natural, pero el espíritu no debe languidecer que para eso estamos. En el país se palpa, se siente un silencio de la oposición toda, como si sobre los laureles estuviera dormida, y eso impacienta.
Sobre todo cuando Chávez, como si nada hubiera ocurrido, se burla de los resultados electorales yéndose en “crucero ideológico” a hacer lo que le viene en gana, como siempre, comprometiendo al país, todo, en proyectos geopolíticos derrotados por la razón y por la historia. Hasta el mismísimo Fidel Castro, mentor existencial del Presidente Comandante Etcétera, declara ¿casualmente?, en el contexto de la gira, “tengamos el valor de proclamar que todas las armas nucleares o convencionales, todo lo que sirva para hacer guerra, deben desaparecer” a lo cual responde al día siguiente el de aquí por mampuesto, desde Trípoli y bien acompañado por Moamar Gaddaffi que, “Venezuela no acepta la tutela de nadie” dizque refiriéndose al imperio mayor. Y al día siguiente remacha, mientras recibe de la Academia de Estudios Superiores en Libia el Doctorado Honoris Causa mención Ciencias de la Economía Humanística y la medalla de la Alianza Atlántica del Sur, ”Nadie nos sacará del camino de avanzar hacia la construcción de nuestro primer reactor de energía nuclear”. ! Qué dirá Fidel!
A pesar de lo inverosímil y como de barranco del asunto, el Presidente continúa comprometiendo al país en programas de alta y costosa peligrosidad que de cuándo acá deseamos por aquí vernos involucrados en conflictos nucleares. Compra armas, vende filiales petroleras a los rusos a precios de gallina flaca, declara no importa qué, ya no haya Napoleón que inventarse para repletar su egolatría con ofrecimientos, recibimientos, abrazos y amapuches con Ahmadinejad, etc., despilfarrando los recursos que cuánto faltan para tantas bocas venezolanas. Y ello es imperdonable, no sólo por él que ya se sabe, sino sobre todo por nosotros que lo dejamos humillar la dignidad, sí, la dignidad de la patria del Bolívar de antes y de los venezolanos de hoy y del mañana.
Pero como si ello fuera poco, con el fin de golpear más aún la moral de los que lo adversamos, sigue pegado al inalámbrico, (ya debe haber regresado y en cadena), radicalizando al país, expropiando, encendiendo el rojo de los semáforos del miedo, enseñando o inventado espadas de Damocles sobre cada actividad próspera, dejando rueda libre a la corrupción y a la violencia social de la marginalidad contra el resto de la sociedad toda. Regala él, de su bolsillo de él, a las universidades presupuestitos para que sigan en terapia intensiva hasta diciembre, o sea, hasta que a él le dé la gana mientras nos mete, a la machimberra y para que aprendamos, pasándose por los cojones el principio de la autonomía universitaria, un concierto de rock en los predios de la U.C.V, organizado por el Alcalde Psiquiatra Etcétera Jorge Rodríguez. Manda además nombrar a los magistrados del Tribunal Supremo de Justicia, para que todo siga a su favor y medida y cocine a su apetito y sazón. Porque está visto que después de sus derrotas vienen sus excesos y furias. Y esto es grave y ridículo, pero lo es más todavía, si no hacemos valer espacios y derechos conquistados y demostramos, de manera inmediata, la fuerza adquirida para concretar así los frutos del triunfo a la ciudadanía tan necesitada de respuestas, mensaje, ilusión y símbolos a través de los cuales renovar compromisos y sentido de unidad.
Para ello se requiere de una política de la cual la MUD es otra vez responsable y ahora de forma especial. La oposición democrática no puede seguir detrás de los inventos del Comandante Presidente Etcétera, sino que debe adelantar acciones propias que expresen el poder que le ha sido conferido por la confianza ciudadana. Es necesaria una agenda común y pública que mire hacia dos planos. El primero es el que tiene que ver con la derrota propinada electoral, constitucional y democráticamente el 26-S a Chávez y al chavismo que hoy vive una profunda crisis de desencuentros y de búsqueda de culpables, caso tan propio de los fracasos, que son huérfanos, mientras que a los éxitos le sobran los progenitores. El segundo es el que debe responder a la pregunta de qué vamos a hacer con el país, con lo que quede de él, después de Chávez en el 2012.
Creo además que a los ciudadanos nos deben una explicación sobre lo que está ocurriendo dentro de la MUD y que nosotros, simples mortales aquí afuera, no llegamos a conocer sino en sus expresiones exteriores sin que podamos, a pesar de desearlo, darle a sus decisiones el apoyo firme y oportuno que ellas requieren. Porque el éxito de todo lo ocurrido, el de los partidos, líderes y movimientos que la conforman, dependió del apoyo de más de cinco millones de accionistas venezolanos que pusimos nuestro caudal político, el voto, además de frustraciones y esperanzas, en sus manos con nuestro respeto, fe y apremio. Pero la MUD no debe reincidir en los vicios de los partidos políticos de la llamada Cuarta República, porque además ella no es ni partido ni gobierno de turno, como a veces pudiera leerse.
Así también pienso que es necesaria la exteriorización de la fuerza legítimamente conquistada, en la medida que den las circunstancias, pero que llegue a todos en actos que estén caracterizados por la máxima amplitud hacia otros sectores y actores que adversan también a Chávez, que si te pones a ver la MUD necesita más de ellos que a la inversa, y que están extendiendo la mano hacia la unidad sin recibir signos claros y precisos de casa abierta y familiar, como se debe.
Y ya para finalizar, el ánimo de la oposición venezolana requiere de gestos que den friso y piso a todo lo que se logró en lo electoral y que pudiera perderse lamentablemente en lo político, trasmutándose en desencanto, abatimiento, abstención o rechazo íntimo o declarado. Debe iniciarse pues una nueva etapa que con el vigor y bríos del que vence, mire y vaya más allá de los casquillosos estímulos calculados desde el gobierno y que con voz propia, autorizada, respaldada y valiente, proponga, pelee e imponga, desde todos los ámbitos, una agenda de debate sobre los verdaderos temas de la vida nacional que son la falta de libertad, el exceso de hambre, la injusticia social, y el proyecto de país al que aspiramos, que no es éste de hoy sino el descrito en la Constitución Nacional vigente. Si no estaremos corriendo un alto riesgo que pagaremos con más dictadura. Tenemos que poner en la calle, más allá de lo que pueda hacerse en la Asamblea Nacional, que anhelamos sea muy positivo, el debate sobre los temas centrales de la vida nacional, proponiendo las salidas concretas que llevaremos adelante cuando llegue el tiempo de ser gobierno. Pues de eso, del poder, es en principio de lo que se trata. Del poder para cambiar este destino de país que no es el nuestro y en el que quieren acorralarnos.
Leandro Area