viernes, 26 de noviembre de 2010

SOLEDAD MORILLO BELLOSO | Espectadores de circo

No sé qué hubiera hecho yo de estar en los zapatos de la juez Afiuni

EL UNIVERSAL
viernes 26 de noviembre de 2010 12:00 AM
Años ha, durante la dictadura de Pinochet, hube de ir a Santiago por trabajo. Al llegar al aeropuerto, me llevaron a un cuarto aparte. Allí me "invitaron" a desnudarme. A seguir, entró una funcionaria, vestida de verde militar, quien paseó sus manos por la curvatura de mi cuerpo y por mis "partes pudendas". Yo temblaba de puro miedo. Aún recuerdo el episodio como una de las mayores vejaciones que he sufrido. Juré no volver a Chile mientras gobernara el régimen pinochetista. Lo cumplí.

No sé qué hubiera hecho yo de estar en los zapatos de la juez Afiuni. Para quienes no sepan qué ocurre en los exámenes ginecológicos, los describo. El mamógrafo cuenta con un sistema de planchas dentro del cual se coloca la mama, para ser aplastada. Una viste una bata de hospital con la abertura por delante. La enfermera, el doctor o el técnico manipula la mama varias veces hasta colocarla en la posición necesaria. El procedimiento es molesto, no doloroso, pero sí incómodo. Y, sobre todo, privado. Cuando se la hicieron a la juez un puñado de guardias estaban en el recinto y fiscalizaron todo el asunto.

El examen de los órganos genitales femeninos ocurre con una acostada sobre una camilla con estribos, sobre los cuales se colocan los pies, con las piernas dobladas y las rodillas abiertas unos sesenta centímetros. Una viste apenas una batica. No lleva ropa interior. Primero, una escucha al doctor ponerse guantes y colocarse en los dedos una sustancia gélida. Introduce los dedos en la vagina y hace un tacto para revisarla a una toda por dentro por si hay algún tipo de lesión, bulto o lo que sea. Luego el médico retira los dedos e informa que va a introducir un aparato. La paciente sentirá un pellizco. Todo el procedimiento es desagradable. Y, sobre todo, privado. A la juez quisieron hacerle el examen ante un puñado de guardias. Me cuentan que entre ellos había tanto hombres como mujeres y que exhibían sonrisas mordaces. El médico se opuso.

Elevo mis gritos de protesta. Algún día sabremos los nombres de los y las salvajes que participaron como espectadores de circo durante los exámenes médicos a la juez. A ellos les digo que dan asco, que degrada quien puede, no quien quiere.

smorillobelloso@gmail.com

Concejal El Hatillo - UNT

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