jueves, 19 de noviembre de 2009

Nos estan mirando


Por: Kico Bautista
No he escuchado, ni leído a nadie que proponga acabar con los partidos.
Todos estamos claros en que no se le puede ganar a Chávez a punta de voluntarismo. Sin embargo, anda una gente por allí inventando fantasmas, hablando de la antipolítica como si fuera el coco.
Todo un cuento de terror que no busca otra cosa que dejar en manos de un cogollo la escogencia de los candidatos a la AN.
Cierto que necesitamos políticos, gente curtida e inteligente para devolverle al parlamento su autonomía y capacidad de debate. Pero, es un cuento eso de que sólo los militantes de los partidos tienen habilidades y condiciones para hacer política.
Nuestro país esta súper politizado. No hay límites entre lo que deben hacer los partidos y las tareas que le competen a la sociedad civil. La necesidad nos ha llevado a múltiples formas de organización que han servido para mantener activa a la gente en la defensa de sus derechos y de las libertades democráticas.
La verdad es que tenemos grandes, pequeños partidos y una gran diversidad de organizaciones gremiales, sindicales, estudiantiles, dedicadas a la política.
Si le metemos lupa a eso que se conocen como las organizaciones de la sociedad civil encontraremos que casi todas están llenas de ex militantes de partidos. Sus direcciones tienen gente valiosa y experimentada.
Liderazgos curtidos que han estado en una y mil guerras. Nombres y apellidos que conocen muy bien cómo se bate el cobre, cómo se piensa y ejecuta el oficio de hacer política.
Igualmente veremos que muchas de las ONG están estructuradas de manera muy similar a los partidos políticos. La diferencia más notoria, la encontraremos en la manera en que se escogen o designan los cargos de dirección o la vocería en estas organizaciones.
En los espacios civiles hay un rechazo casi enfermizo a las peleas internas, a los egos y súper vanidades que caracterizan las pelas por cargos en los partidos.
Tanta es la negación que se llega a confundir política con politiquería. Esa tendencia constituye un error y un obstáculo a vencer a la hora de plantearse la conquista del poder como salida real al autoritarismo.
La propuesta de las primarias no tiene nada que ver con la antipolítica ni es un atentado contra los partidos. Busca modernizar nuestras organizaciones políticas y civiles, avanzar y profundizar la consulta hasta convertirla en una norma esencial de nuestras vidas.
Es cierto que las primarias tienen sus problemas, que en las elecciones de base pesan las maquinarias y que estos procesos suelen dejar heridas muy dolorosas.
Pero, esos riesgos son preferibles a los cogollos que, aun cuando lo muevan las buenas intenciones, sustituyen las exigencias de mayor participación que reclaman los venezolanos.
Ciertos dirigentes dicen que primero están los problemas del pueblo, agua, luz, etc., que estás discusiones. Nada más falso que esa postura.
Este es un debate que no impide la denuncia a los malos servicios, de la ineficacia del gobierno. Al contrario se complementa. Es fundamental para generar esperanza, para darle una salida al miedo y al escepticismo.
La mesa de la unidad no puede consultar a todo el mundo, a los estudiantes, sindicalistas, organizaciones de la sociedad civil y después dejar la escogencia de los candidatos a la AN en 3 ó 4 partidos por muy grandes e importantes que estos sean.
Sin desconocer la fuerza de nadie, es fundamental evitar que, según los votos de las pasadas elecciones regionales, se repartan las listas y circuitos.
Si algún sentido tiene el consenso es para reconocernos sin mezquindades, para gratificar a quién lo hace bien y es ejemplo de liderazgo.
Consenso, primarias, deben servir para ubicar cuál candidato abre más puertas, genera mayor adhesión, sirve al objetivo de ganar la Asamblea Nacional y derrotar a Chávez en el 2012.
El consenso, las primarias, deben tener una fecha límite. Eso hay que definirlo ya, no se puede dejar en limbo la toma de esas decisiones. Nada hacemos dándole largas al asunto. Ojo pelao, el país nos está mirando.

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