lunes, 17 de enero de 2011

Se estructuró hoy el comando Juventud organizada presentó plan a la Mesa de la Unidad

El plan incluye organización y agrupación de estructuras juveniles en los estados, municipios y parroquias; y la constitución y formación de grupos juveniles de respuesta rápida, preparados para el activismo

EL UNIVERSAL
lunes 17 de enero de 2011 01:22 PM
Caracas.-La Mesa de la Unidad Democrática (MUD) acordó hoy respaldar el plan presentado por los secretarios juveniles de los partidos políticos miembros de la alianza y que fue convenido con los presidentes de las Federaciones de Centros Universitarios (FCU) de las distintas universidades.

El plan, denominado "Jóvenes por Venezuela" busca impulsar la participación de la juventud en la coyuntura política del país.La intención de los jóvenes es actuar de manera integrada con la MUD, razón por la cual se les incorporará en las reuniones que sostendrá de ahora en adelante la Secretaría Ejecutiva, cita un boletín de prensa.

Este jueves el recién estructurado comando hará entrega de su plan de acción a la MUD, que incluirá organización y agrupación de estructuras juveniles en los estados, municipios y parroquias y la constitución y formación de grupos juveniles de respuesta rápida, preparados para el activismo.

sábado, 15 de enero de 2011

| MAS se muestra de acuerdo con tarjeta única para 2012




Dirección Nacional abre reflexión ante "autoritarismo del Gobierno"
Ramón Guillermo Aveledo e Ismael García asistieron como invitados a la reunión del MAS (Cortesía)
EL UNIVERSAL
sábado 15 de enero de 2011 12:00 AM

"Estamos en el tiempo de lucha y de pelea por Venezuela. Esta Dirección Nacional va a discutir el futuro de Venezuela y su democracia. Los que nacimos acá abrimos un debate ante la angustia por el destino de nuestro país, frente a este proceso de radicalización autoritaria del gobierno nacional", resaltó José Antonio España, dirigente del MAS y diputado de la Asamblea Nacional, quien tuvo a su cargo la instalación del evento.

La reunión de la Dirección nacional se enmarca en los actos con motivo de cumplirse el 40 aniversario del Movimiento al Socialismo MAS el próximo 19 de enero.

El evento que contó con la participación de los miembros de esta organización a nivel nacional y Ramón Guillermo Aveledo por la Mesa de la Unidad Democrática e Ismael García y Cristóbal Fernández Daló por el partido Podemos.

España celebró la propuesta hecha por el partido COPEI en su 65 aniversario de proponer primarias y tarjeta única con miras al 2012.

Por su parte, Nicolás Sosa, diputado del Parlamento Latinoamericano, resaltó el hecho de que la sociedad venezolana tiene una clara representación política en la Asamblea Nacional y el Parlatino. "El papel que van a jugar los parlamentarios en la Asamblea Nacional y el Parlatino lo ponemos al servicio de la gente y del sosiego que necesita el país. Hemos abierto un espacio que servirá para abrirle causes a la democracia nuevamente"

Ramón Guillermo Aveledo, en representación de la Mesa de la Unidad Democrática felicitó al MAS por llegar a un nuevo aniversario.

"El MAS fue desde su aparición un soplo de brisa fresca para la izquierda venezolana pero también un aliento renovador para la política venezolana en su conjunto. Representan el compromiso original de ofrecer una visión distinta, una manera diferente de concebir al socialismo", puntualizó Aveledo.

sábado, 8 de enero de 2011

Juego de espejos

Juego de espejos
Sergio Ramírez

Sábado, 8 de enero de 2011

No hay personaje más atractivo para un novelista que Sancho mandando, como en tantas ocasiones en América Latina. Leguleyos y tinterillos. Pero sobre todo, sargentos y coroneles

Seguimos avanzando en la conmemoración de los bicentenarios de las independencias latinoamericanas. En la lista de este año de 2011 están Venezuela y Paraguay. Las independencias significaron el intento de implantación de un modelo que tomaba sus elementos principales de dos hechos que eran recientes: el nacimiento de Estados Unidos como nación soberana, que dio como fruto la proclama de una constitución democrática, de equilibrios institucionales y separación de poderes; y la revolución francesa que trajo la Declaración de Los Derechos del Hombre. Era el siglo dieciocho que entraba con retraso en tierras hispanoamericanas, o eran, más bien, las ideas represadas y reprimidas del iluminismo las que por fin tomaban cuerpo atravesando la frontera de un siglo.

Ambos procesos, el de los nacientes Estados Unidos, y el de la Francia revolucionaria, además de recientes, tenían el prestigio de haber probado la eficacia del proyecto liberal en contra de la monarquía derrotada, para dar paso a gobiernos republicanos de carácter representativo: repúblicas independientes y democráticas en todo el continente, al amparo de constituciones que, sin embargo, debían surgir de la nada. O de algo peor que la nada.

Es cuando empezamos a sufrir esa gran contradicción permanente, que se resuelve en un espejismo repetido: la nación ideal que describe la constitución es tomada por real. Pero lo real se resiste a acercarse a lo ideal, extrañamente vestido con una parafernalia de términos pomposos: democracia, soberanía, progreso, igualdad, fraternidad, libertad.

El empecinamiento, lúcido e ilusorio a la vez, comienza por tratar de someter a los rigores de un modelo político una realidad múltiple, contradictoria y dispersa, compuestas por capas geológicas sociales, que a la vez son capas culturales, y que, como si se tratara de un corte geológico, se superponen unas a otras pero conviven al mismo tiempo en un extraño anacronismo contemporáneo. Convivían entonces, y siguen conviviendo, sólo que dos siglos después se han agregado más capas a las antiguas que no desaparecen.

Si nos acordamos bien, es lo mismo que quería don Quijote, que las ilusiones de los libros entraran en la realidad y fueran la realidad. Sólo que los próceres querían que la realidad entrara dócilmente en los códigos, que el bien jurídico fuera el bien social. Y es lo que también quería Sancho cuando va a gobernar su ínsula de Barataria, promover el bien común bajo leyes justas, y por eso promulga las Constituciones del gran Sancho Panza, aunque luego escriba a su mujer que ha llegado a su gobierno de la ínsula para enriquecerse. No sabíamos cuanto, desde entonces, el ejercicio del nuevo poder bajo la independencia, que rompía un molde y creaba al mismo tiempo otro, le debería a las filosofías cervantinas, tanto como les debería a Jefferson y a Rousseau.

El poder justo, basado en las leyes, es aquel que tiene por fin, según el discurso de don Quijote sobre las Armas y las Letras, “poner en su punto la justicia distributiva, y dar a cada uno lo que es suyo, entender y hacer que las buenas leyes se guarden”. Pudo haberlas pronunciado Bolívar. Pudieron ser palabras del cura Morelos. Igual que para don Quijote, delante de los próceres de la independencia se abría el abismo entre lo real y lo imaginario, entre lo posible y lo imposible, entre lo verosímil y lo inverosímil; toda esa distancia insalvable que hay siempre entre la proclamación legal del orden justo, y las pobres posibilidades de realizarlo, y que termina en la locura de las simulaciones, como lo había entendido Erasmo.

Es un modelo ideal que se plasma en las constituciones y en el aparato de las leyes, pero la realidad no se deja atrapar tan mansamente bajo sus ataduras. Huye hacia delante, escapando a los apremios del ideal, una persecución que hoy aún no termina. Las palabras que componen el credo político se vacían de contenido y suenan huecas lejas de su propio significado. Son palabras con autonomía, en burla constante de lo que quieren decir.

A la palabra democracia, por ejemplo, se agregan otras, que no son sino redundantes al demos, pueblo, y al kratos, poder: democracia popular, democracia ciudadana, democracia participativa; o se ha creado el término poder popular, que no es sino la traducción libre de democracia. Pero la redundancia no es sino el resultado de la insuficiencia, y de la frustración. O de la demagogia.

A la hora de la independencia, Sancho se montó en el caballo, y don Quijote se montó en el burro. La propuesta, como quimera, es del loco; la prueba de poder, por el contrario, es para el rústico analfabeto. Los caudillos de la independencia devendrán en ambas cosas a la vez, Don Quijote y Sancho. Los letrados, encumbrados en el poder, se hacen cargo del discurso de las letras, y también del discurso de las armas. No en balde son letrados a caballo.

Pero no sólo gobernaron los próceres que hemos aprendido a idealizar, en armadura de don Quijote, y son personajes de novela. No hay personaje más atractivo para un novelista que Sancho mandando, como en tantas ocasiones en América Latina. Leguleyos y tinterillos. Pero sobre todo, sargentos y coroneles. Los mecanismos imprevistos que tiene el poder, desde el azar, la osadía y la ignorancia, están llenos siempre de misterio y de interés, y de risa, y de drama, en la literatura y en la vida.

Porque aún no se logra del todo el gran milagro decimonónico apuntado en el bronce de las constituciones, de que las leyes estén por encima de los individuos que tienen poder. Es decir, aún no se logra el ideal forjado con la independencia: que cuando surja un caudillo, lo metan en cintura las instituciones. Las instituciones soberanas, por encima de los señores de horca y cuchillo, intolerantes de la ley y burladores de las constituciones, amamantados por la propia independencia, madre pródiga y tuerta. Los que ensillaron desde entonces el caballo, y se montaron en el burro.

Masatepe, enero 2011.
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